martes, 31 de agosto de 2010

El Origen

  En la ambigua paz de la integridad de los bosques comenzo lo que sin saberlo sería el inicio de un extenso y duro camino. 
           
            Desconocidos eran hasta entonces los entuertos en los que me iba a ver inmerso en el transcurso del resto de mi vida en la tierra.
           
            Era una noche de verano cuando la sombra quiso que supiera de su existencia, me atenazó y abordó, me llamó..., difíciles momentos para un ser que apenas sabía nada del mundo, aunque en las momentos de oscuridad mas absoluta siempre hay algo que guía tus pasos si lo llamas con toda tu alma. 


        El Guardián del Bosque, anciana sabiduría, me guió con su ténue pero persistente luz cuando estaba inmerso en la confusión de la ancestral negrura, transportándome en manos de Sagramor, aquel que empuñó la espada hacia lo tenebroso. Este me enseñó bien, aunque me hizo viajar a través de la insondable profundidad del océano y la asfixiante altura de la montaña, de puentes de acertijos hacia verdades imposibles, de áridas y yermas tierras hasta un lugar en la desnuda roca en la que me mostró algo.
             
          Lo que allí aconteció queda para mí, así como las duras vicisitudes que tuve que pasar hasta llegar a aquel recóndito lugar. Aquello que fue de nuevo encontrado, portador de un milenario secreto, hubo de ser custodiado y protegido de la sombra en la profundidad del silencio y la meditación mas profunda, hecho que me llevó a descubrir el agua de la vida y que grabó a fuego la doctrina que me llevó desde entonces a dar siempre mis pasos dirigidos hacia la luz del sol.
         
          A lo largo de mucho tiempo de avanzar, no siempre por verdes y apetecibles veredas pues la sombra siempre está presente y posee sus propios caminos en ocasiones tan cercanos que dan lugar a confusión, hoy he llegado hasta este punto, el de no retorno, el de convicción y entrega al encuentro de mi ser interior. Para ello he tenido que librar cruenta guerra contra la parcela de mundo contenida dentro de mí. Aunque si bien no está ganada, si hay muchas batallas en las que he resultado vencedor, todas decisivas, que me han ayudado a tener la certeza de que ahora mis pies caminan en pos de mi íntima búsqueda. 
           
          He de retornar al origen aún antes de haber respirado por primera vez, ayudar a que el primigenio haz de luz que mora en lo más profundo despierte y emerja con fuerza, fusionando todo a su paso, convirtiéndose así en flamígera y luminosa espada, siendo a partir de ese momento mi pasado, mi presente y mi futuro...